Escribe el Dr. Tranca
Premio Nobel de la medicina Ilegal
PRINCIPIO: Arranca que Washington McVarela, un rudo piloto de cazabombarderos de ascendencia uruguayo-escocesa está cazando –completamente alcoholizado- uno de esos aviones que escriben cosas en el aire, y le va golpeteando la cola y haciendo que escriba guarangadas. El jefe, un alto general medio chino medio maricastañuela le chilla por el intercomunicador que vuelva a la base, que se deje de joder (viste que los chinos gritando son graciosos, es como una parte de comedia). Entonces McVarela agarra y vuelve pero se olvida de pisar el freno y le destroza la oficina al chino, el jacuzzi, la mesita de whisky, etc. El chino grita “¡McVarelaaaaa!”.
PARTE 2: McVarela –después de darle una tunda al chino, que lo quiere aleccionar con unas patadas de karate pero a nuestro héroe que no le vengan con cosas raras que él a las piñas le basta y sobra para moler a palos al que se venga- se va despedido de la oficina, y lo vemos cargando en su cazabombardero una caja con sus objetos personales: Un arma, sus revistas de chicas desnudas y su perro Percho, un fiel callejero de 32 años de edad pero que todavía es capaz de arrancar un brazo con los tres dientes que le quedan. El destino es incierto, así que McVarela enfila hacia la whiskería topless más cercana, cuando recibe un llamado en su radio (un hombre de verdad, no tiene celular ni esas cosas raras).
PARTE 2 (parte II): Acá viene un “corte”, que me explicó el Maricarmencita de la Sagrada Superstición Arrodillada de Podeti que es cuando, para no poner todo el traslado del tipo, se lo ve mágicamente, como de golpe, como si se hubiera teletransportado en otro lugar. Y está en la Casa Blanca, junto al presidente (que no es el negro afeminado que hay ahora sino uno de esos de antes, de jopo, de traje y corbata y el dedo siempre bailando en el Botón del Armagedón Total). El tipo le explica un montón de cosas, así que mientras tanto lo que se ven son imágenes caseras de cabareteras del año ’63 (un tesoro que me dejó mi padre, lo pudo aportar personalmente para abaratar costos). Lo que le explica es que van a conmemorar la caída de las torres gemelas construyendo unas nuevas y derribándolas ellos mismos, para demostrar el Superpoderío Estadounidense, pero como andan flojos de platita las tienen que derribar con un solo avión. Y el único piloto capaz de la tarea, ¿adiviná quién es? Papito. McVarela. McVarela acepta, más que nada porque es bien bien hombre y le gusta la idea, y después le preguntan cuánto quiere. Él pide u$6669e.r998#$$99053’0,, 098 de millones de dólares, le contraofrecen uu$$$y7.89900.345672262”## m contramillones, él dice “bueno, pero aparte quiero pensión vitalicia para Percho”, “Compro”, dice Bushclintonreagan jr. padre, “Ta”, dice McVarela. Esplosión.
PARTE DE ACCIÓN: Acá vienen explosiones y unos turcos que agarran y se la quieren dar a McVarela con un auto, le persiguen el cazabombardero con el auto, McVarela se mete con el cazabombardero –andando, porque todavía no tiene permiso para volarlo en Estados Unidos- en un shopping y destroza un montón de cosas. Se ven vidrieras esplotando todas en cámara lenta, en eso McVarela da una vuelta de 180° y le arranca el capot a los turcos. Uno de ellos huye escaleras arriba y el tipo lo persigue (siempre a bordo del cazabombardero), hasta que llegan a la terraza, y cuando el tipo está por escapar McVarela le lanza un misil y, medio así pegándole de refilón, le quita la pañoleta esa que usan los árabes. ¡Y resulta que es una turca, divina, de grandes senos! Ella intenta atacar a McVarela a piedrazos, pero él sale del avión y avanza, tolerando las piedras que le rebotan contra el pecho y la nariz, y cuando llega le baja los humos de un par de bifes. Ahí se miran a los ojos y viene parte de sexo.
PARTE DE SEXO: Acá se ve a McVarela y la turca, que se llama Zulma Zulema, teniendo sexo en todas las posiciones existentes y por inventarse durante horas, todo entremezclado con explosiones y partes de las películas esas que me dejó mi viejo (para que sea apta para todo público la idea es que delante de las pelvis de ellos siempre pase algo, un pájaro, o un murciélago, o una cabra que justo pasa por ahí). Más explosiones y algunas otras turcas que se suman, porque a McVarela con una no le alcanza.
PARTE DE DESPUÉS: McVarela tiene que iniciar el atentado, así que toma envión volando hasta China. Pero Zulma Zulema, que se sube con él perdidamente enamorada, le dice que no lo haga. Que es todo un plan de los perros infieles estadounidenses, que las torres anteriores también las derribaron ellos, y que ahora quieren hacer creer que Osama Bin Laden Jr. organizó un nuevo atentado y así lanzar la Segunda Guerra Mundial (ya que la anterior Segunda Guerra no habría sido más que un montaje cinematográfico, como la llegada a la Luna, el asesinato de Kennedy, Internet y las películas de Spielberg, que parece que también son un montaje cinematográfico). Por una diez millonésima de segundo, McVarela duda, pero entonces se retuerce los testículos con una pico de loro, para que se le pase. La duda. Y le dice a la mina “Una misión, es una misión, chiquilina” y aprieta el acelerador. Zulma Zulema le dice “después de la noche de infinito placer que me has hecho pasar, no puedo contradecirte” (más partes de sexo, aunque más cortitas).
PARTE ANTES DEL CLÍMAX FINAL: Entonces, cuando está por derribar las torres nuevas viene otro avión y las derriba. Y él pasa de largo y se estampa contra la Estatua de la Libertad. En todos los noticieros sale la foto de él manejando el avión, como el culpable. Ahí se da cuenta de que Zulma Zulema, mujer al fin, lo ha traicionado, y la ve escaparse con un aladelta que dice “Vote Bushclintonreagan jr. padre 2011”. Él, decepcionado, la derriba de un misilazo. Una lágrima pero no de agua sino hecha de whisky, grapamiel, chivito, plomo y tierra de las cuchillas uruguayas resbala por su mejilla, y después es absorbida por un ganglio medio inflamado que tiene ahí (tenía dudas para esta parte, pero me dijeron que si el tipo llora capaz que nos dan un Oscar y ando necesitando la plata).
EL CLÍMAX: McVarela se da cuenta de que todo fue un plan del Presidente, para… Bueno, muy complicado. No importa. La cosa es que era un plan. Y encima jugaron a dos puntas y contrataron a otro para tirar abajo las torres, la parte más amena del laburito. ESO NO SE HACE. Ahora, a McVarela lo han hecho enojar. Agarra y apaga todas las cosas eléctricas del cazabombardero, para que los poderosos radares norteamericanos no lo detecten, y lo maneja planeando, agarrando las corrientes de aire caliente y pegándole trompadas al aparato por adentro cuando se empieza a piantar para abajo. Y empieza a hacer un recorrido en espiral por todo USA, cuyo centro sería la Casa Blanca, lanzando misiles a todas las ciudades importantes: Connecticut, Indianápolis, Las Vegas, Atlanta, Milkwakee, Wienepazookie, Siracusa, Middleford, Applefield, Bloomingdale, Amazon, Chesterton, Cudad Gótica, etc. Todas esas (Obviamente esta parte está llena de esplosiones, no lo aclaro porque me parece innecesario. Pero sobre estas esplosiones que no hace falta aclarar van otras, otras explosiones -más grandes- que se suman). Y mientras tanto el Presidente ve todo por la tele y chilla desesperado tipo “¡Inútles! ¡Agarren a ese bastardo! ¡Están todos despedidos!”, etc.
PARTE FINAL: Al final, después de dejarle el país hecho una ruina, McVarela estaciona el cazabombardero en el patio de la Casa Blanca y se baja. Camina hacia el Salón Oval, muy tranquilo. Nadie se atreve a detenerlo, paralizados por el aura de viril respeto que se le escapa por los poros. Entra y está el Presidente, que primero hace la pantomima de que lo echa, y después lo amenaza con apretar el botón del Armagedón Final y finalmente se pone a llorar como una nena y se tira al piso y hasta le ofrece satisfacerlo sexualmente. Le dice que conoce unas técnicas especiales, viste que los Presidentes viajan mucho, van a esos países de oriente llenos de degenerados, etc. McVarela saca un papel y musita secamente “Esta es la factura por mis servicios. Hubo algunos gastos extra” (la factura asciende a toda la plata que hay en Estados Unidos). El presidente, aliviado, dice sí, sí, pero claro, Sr. McVarela, no, yo creía, pero sí, por favor, Sr. McVarela, faltaría más, ahora le hago un cheq… No, cheque no, ¿no? Efectivo, Sr. McVarela, claro, faltaría más (abre la caja fuerte donde está toda la plata de Estados Unidos), tome, acá tiene, bueno, no se si puedo servirle en algo, Sr. McVarela, como ud. diga, Sr. McVarela, algo sexual, un café… McVarela, entre dientes, dice “sólo me queda reintegrarle los insumos no utilizados”. Y saca un misil que tenía guardado en el saco y se lo encajeta en la boca. Y se va, y la Casa Blanca esplota atrás de él. Y después aprieta el botón del Armagedón Final que se afanó, y esplotan el resto de todas las cosas que hay en el mundo (atrás de él) excepto él y las tres hermanas gemelasde Zulma Zulema (una rubia, una negra y una china) y entre los cuatro inician una nueva Humanidad, pero antes se toman una luna de miel de cinco añitos, meta y ponga, meta y ponga (sobre estas imágenes se ven los títulos). Fin. Y después de que inician la nueva Humanidad, McVarela lanza otro misil (que tenía guardado). Esplosión. Fin. Esplosión. Títulos. Percho ladra ("¡Guau, guau!"). Fin. Esplosión. Y otra Esplosión (por las dudas).
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