Si ud. quiere hacer mierda, cosa que no está puesta en duda bajo ningún concepto, es bueno que sepa a qué tipo de Escuela de hacer Mierda debe adscribirse. No sólo podrá seguir el ejemplo de los grandes hacedores de mierda, sino que a la hora de los reproches podrá compartir su oprobio con otros colegas y referentes, al mantra de “Sí, ya sé, una cagada, pero viste lo que hizo (colocar nombre)?”
A continuación, una breve clasificación de las formas de hacer mierda más difundidas:
“FENICIO DEL TORO”: ¿Viste ese juego psicopático donde te preguntan por cuánta guita harías tal o cual indignidad, y que en algún momento uno dice “bueno, bueno, sí, por “X pesos” lo hago”. A Fenicio, conocido también como “El Profesional”, ¡esto le pasa en la vida real! TODO EL TIEMPO. ¿Y qué opción le queda al pobre? Hacer mierda, pero no es del todo la culpa de él. ¡La hace porque le pagan! No sólo eso, le pagan un montón, así que peor. Porque una cosa es hacer mierda por dos mangos y otra hacerla por varios millones de dólares. Fijate que tan mal no está, que cuando a la gente le decís que tal mierda costó no sé cuántos millones de pesos, enseguida mueve la cabeza como diciendo “y, bueno, por algo habrá costado tanto”.
Trabaja de: Director de cine, publicitario, diputado, bloguero, humorista gráfico.
El “Pay off”: Fenicio del Toro se consuela de la gran amargura que le produce trabajar de hacer mierda mediante viajes al Caribe, masajes impartidos por gemelas tailandesas, cochazos, etc.
Sus enemigos: Cineastas independientes, poetas, activistas de izquierda y otros fracasados.
EL PRESTIGIÓFAGO: Es una variante de Fenicio del Toro, sólo que hace mierda no porque le paguen en dinero contante y sonante, sino a cambio de alguna variante degenerada del prestigio: El aplauso de minitas alternativas, el aplauso de la crítica, el aplauso de sus amigos de Facebook, el aplauso de su familia. Así que repite, imita o copia algunos clichés que andan dando vueltas en esa sub-farándula hecha de teatro off, graffitis, cultura de Internet y exposiciones en bares de Palermo, y hace mierdas de otro tipo de consistencia y color, pero que suelen tener éxito en determinados estamentos. Curiosamente, no sólo no es considerado el rastrero mercenario que es sino que el hecho de que sus objetivos prioricen la admiración de las “Minitas” le otorga cierta aureola de nobleza y romanticismo.
Trabaja de: Cineasta independiente, poeta, activista de izquierda, bloguero, humorista gráfico.
El “Pay off”: El “Prestigio” antes mencionado, y una conciencia tranquila a base de una dosis diaria de auto-engaño.
Sus enemigos: Ex “Prestigiófagos” convertidos en profesionales de medio pelo, novios de minitas.
“EL ABARCADOR”: Este simpático personaje, si por “simpático” entendemos a alguien que da un poco de lástima, hace mierda por una cuestión de dispersión. Sus obligaciones económicas o tal vez un furor laboral producto de una personalidad compulsiva, lo subdividen en una docena de proyectos, trabajos, changas y favores profesionales simultáneos. Con la consecuencia inevitable de que de vez en cuando –o permanentemente- alguno o la totalidad de sus obras apestan. Suele consolarse con la excusa de que a falta de calidad, la cantidad pesa. El Abarcador no tiene el menor escrúpulo en preentar una bazofia siempre que la entregue a tiempo, y se ríe con una mezcla de ironía, amargura y cólera de aquellos mantequitas que sólo hacen una cosa por vez, y tal vez una al año. Para el Abarcador, si no terminaste 45 “cosas” en 17 días, tu dignidad como ser humano debe ser puesta en duda y luego negada y aplastada a mazazos.
Trabaja de: Periodista, arquitecto, músico sesionista, bloguero, humorista gráfico.
El “Pay off”: Llegar a fin de mes.
Sus enemigos: Otros Abarcadores, que compiten con él en la cruel lucha por la supervivencia.
EL QUESO: El Queso representa la forma más básica y primitiva de hacer mierda. Es un ser primitivo, una fuerza de la naturaleza, una criatura primigenia. Se trata, en resumidas cuentas, de un tipo que hace mierda porque es malo. No malo de hacerle daño a la gente o clavarle un cuchillito en el hombro, es malo de incompetente, que es peor. Escribe con faltas de ortografía, le sale chueca la columna, mete gol en contra, le entra el micrófono en la escena o divide en lugar de multiplicar. Todo lo que hace es una catástrofe. Es tonto, estúpido, inoperante, no hay ni por dónde empezar a criticarlo o cagarlo a trompadas. En los casos más graves no es capaz de mejorar ni con la experiencia, ni con ayuda profesional ni con un presupuesto de millones de pesos. Arrastrará inexorablemente a todos aquellos que lo acompañen a una zanja y al fracaso más absoluto. Un peligro.
Trabaja de: Cantautor, actor, jugador de fútbol, columnista, bloguero, humorista gráfico.
El “Pay off”: Si es lo suficientemente malo, su obra puede llegar a ser considerada “de culto”.
Sus enemigos: La Raza Humana.
El “QUESO ROQUEFORT”: El Queso Roquefort es uno de los casos más interesantes de este gremio, un ejemplo de los niveles de perversidad a los que puede llegar el alma humana. No se puede decir que no tenga talento. Ha estudiado su materia, domina más que correctamente las técnicas necesarias para llegar a la excelencia e incluso supera en habilidad de muchos admirables colegas. Sin embargo, no tiene el menor sentido del gusto. Todo lo que hace está construido y diseñado a la perfección, pero es horrible. En serio, horrible. Utiliza, en suma, sus enormes capacidades y conocimientos para hacer mierda, una mierda que además será poderosísima. Es el Lex Luthor de la obra humana. Lo peor es que no hay forma de explicarle que su indudable profesionalismo no sirve para nada y que no se le puede enseñar a tener criterio. Lo más jodido: Son más numerosos de lo que creemos.
Trabaja de: Aerosografista, tocador de solos de guitarra eléctrica, crítico de cine, diseñador industrial, bloguero, humorista gráfico.
El “Pay off”: El jodidísimo insulto “Técnicamente Impecable”.
Sus enemigos: Artistas “underground”, vanguardistas y cultores del autodidactismo. Y la Raza Humana.
EL PETÓMANO: Suele decirse que después de alcanzado cierto nivel de éxito y popularidad , determinados profesionales “se tiran un pedo y la gente los aplaude”. Ante la falta de resistencia de su público, entonces, dedican el resto de sus carreras a tirarse pedos, ganándose el beneplácito universal sin necesidad de grandes esfuerzos. Cada movimiento de ceja que hace es considerado una obra maestra; cada carraspeo casual es calificado de nuevo triunfo artístico. En ocasiones podemos hacer la vista gorda ante su mierda actual en mérito de un pasado de gloria; en otras, su pasado tampoco era para tanto, y si el “período de mierda” se extiende más que el “período de no mierda”, es probable que le cobremos cierta inquina.
Trabaja de: Comediante, estrella de rock, locutor de radio, bloguero, humorista gráfico.
El “Pay off”: Una anticipada vejez tranquila haciendo la plancha
Sus enemigos: Los amantes de las cositas alternativas, que lo odian ante su primer éxito.
“CINCO P’ÁL PESO”: En este caso particular, casi podríamos decir que hace mierda por motivos nobles: Intentando no estancarse o repetirse, el “Cinco p’al peso” decide realizar una obra que está por completo fuera de sus capacidades. Y, con toda lógica, le sale para el culo. Es una especie de David contra Goliath, siendo él mismo David y Goliath la basura que acaba de acometer, sólo que en este caso, Goliath se deshace de la piedrita como si fuera una pelusa y luego lo aplasta con su sandalia y lo cubre de oprobio y vergüenza. La gaffe puede ser hasta interesante en el caso de cineastas o escritores, pero sumamente reprobable en el caso de ingenieros o cardiocirujanos. En los casos en que no haya muerto nadie, intentemos no ser muy duros con “Cinco p’al Peso”, ya que otros intentos similares suelen llegar a buen puerto. Y porque si le va muy mal, el tipo se inscribe en el gremio petómano y los perdemos para siempre. ¡Canto tus alabanzas, Cinco p’al peso! ¡Lo importante es competir!
Trabaja de: Multiinstrumentista, director de cine viejo, pintor de caballete, basquetbolista millonario, bloguero, humorista gráfico.
El “Pay off”: Una agradable sensación de excitación y “stress bueno” mientras dura el experimento.
Sus enemigos: Luego del estrepitoso fracaso, sus socios, inversores, y probablemente él mismo.
Por supuesto, no se agotan aquí las opciones, ya que todos los días se inventan nuevas y creativas formas de hacer mierda. ¡Usted mismo seguramente está incubando una nueva en este momento!