“LA DISCONTINUADA”. Se trata de una calle que agarra y, como todas las calles, va atravesando, como rompiendo, como penetrando, desvirgando por decirlo de una manera suave, las calles que la perpendicularizan, así, derechito, para adelante como Dios manda, hasta que en un momento se termina. Pum. Pero no que se termina de terminarse y ya está. Esta calle como que se choca contra otra calle que la corta, ¡y sigue, pero del otro lado de la manzana la muy hija de puta! A veces hasta medio corridita para el costado, como si en realidad no fuera la misma calle (para mí no lo es; si te cortás, perdiste alpiste, ¡te terminaste, calle!). A veces retoma, pero luego de varias cuadras o manzanas de distancia, como si se hubiera olvidado de que existía, y dijera “ahhh, pará, cierto que yo era una calle!”.
Los inconvenientes: Como una madre psicópata que juega a soltar la mano de su niño (para sembrar en su alma el terror al abandono), esta malvada calle nos obliga a dar una voltereta infernal para volver a encontrarla, sin tener muy claro dónde estará, sin darnos señal alguna de que ella realmente estará allí, sumiéndonos en el tenebroso abujero de la incertidumbre por minutos u horas.
La solución propuesta por el Comité Urbanístico Arquitectural de Exterminio de Calles Malvadas: Un cable o cordel rojo que una las dos partes de calle discontinuada, o un túnel excavado en el ladrillo de las manzanas y hogares que la interrumpe, realizado en horario nocturno (y por sorpresa) mediante Bulldozer o rayo láser. Para que paguen por el quilombo que armaron.
“LA PARALELA ENGAÑOSA”. Se trata de una calle cuya numeración no se corresponde con el de su calle paralela, siendo esta más alta o más baja, a veces con diferencias de varias cuadras.
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