El buen rempujador de historias –que es un tipo que va por ahí escuchando relatos, anécdotas o películas narradas en casas particulares, viajes en colectivo y mesas de café, y cuando alguien se atranca o se pierde o hace cagadas, interviene: “Permiso, medio que te perdiste. Permitime, entonces, cuando el médico le dijo lo de la operación, ¿qué hizo tu abuelo? Listo, retomá de ahí y seguí tranquilo”, y después se sienta a un par de metros, en actitud de “ustedes hagan como que no estoy”, pero con cierta actitud corporal amenazadora, para evitar recaídas- debe conocer, para una correcta ejecución de su trabajo, las principales falencias de narración del hombre del común.
Serían estas:
“EL CAMPO MINADO”: Es una maniobra engañosa. El narrador capaz que arranca bien la anécdota, bien el planteo, presenta rápidamente a los protagonistas (“El ‘Chiche’ Sosa era un peluquero de allá de mi pueblo”), pero después se empieza a dispersar. Y la historia del “Chiche” Sosa deriva en el padre del tipo, que envasaba vizcacha en escabeche, y de ahí al problema de los caballos que se mancaban en las vizcacheras, y de ahí –no sabemos cómo- a la historia de un primo lejano que había peleado junto a Garibaldi. Y la historia se empieza a deshilachar en cuatro o cinco historias, que a su vez quedan abiertas. Y el narrador no llega ni siquiera a la parte del medio, y el escucha se desespera, porque para enterarse –aunque sea- del desenlace de la primera historia, corre el riesgo de tener que volver a pasar por las cuatro o cinco historias inconclusas que quedaron desperdigadas. Y ahí ya olvidate de llegar al médico a tiempo.
Los candidatos: Por lo general ancianos, con la memoria de corto plazo agotada o personas con gran capacidad de dispersión.
La Frase Recurrente: (Levemente angustiado) "...¿pero qué te estaba contando?”
La Labor del Rempujador: Rempuje mediante recordatorios periódicos y constantes (con el sistema del “Me decías”: “Me decías que el Chiche era medio picaflor”… “La maestra, me decías qué le dijo la maestra”… “Perón, me decías lo de Perón, lo que había hecho Perón, te acordás, abuelo, me contabas lo de Perón”)
“LA CARRETA FÚNEBRE”: A diferencia de “El Campo Minado”, que se desdibuja pero por lo menos empieza con ganas, los usuarios de esta maniobra no arrancan nunca. Para peor, el entre de la historia suele ser un dato incompleto pero angustiante, como para crear un intolerable “suspense”. A la Tía Aflicciones, por ejemplo, le preguntás –con cero entusiasmo- “¿Cómo va todo, Tía?” y ahí dice: “Y… Vos sabés… la nena”. Y vos decís con un hilo de voz, con un repentino falsete (suponiendo que se trataba de tu sobrinita más pequeña) “Qué… ¿Qué pasó?”. “Y, viste, vos viste viste lo que hizo el padre de la nena…” o “Vos viste lo que es la escuela de la nena…” o “Vos viste la enfermedad de la hermana de la compañera de trabajo de la madre de la nena…”, así hasta enganchar una desgracia ajena con otra desgracia ajena, paseándote por la horrenda situación social del conurbano o el cáncer fulminante de páncreas de una compañera de trabajo de la madre de la nena, que encima dejaba cuatro hijos no mayores de cinco años, y yo no sé en qué puede terminar esto (suspiro). Todo muuuuuy lento y exasperante y espantoso. Finalmente, resultaba que la nena había tenido gripe. Gripe. Tres días, 37 de fiebre, no, ya está bien, hoy volvió a la escuela, ¿por? Mientras tanto, envejecimos diez años.
Los candidatos: Suegras, tías, vecinas, señoras mayores y depresivas, llenas hasta el tope de maldad reprimida, que se gozan en el relato de desgracias y la impaciencia angustiada del oyente.
La frase recurrente: “Y para peor…”
La Labor del Rempujador: Rempujamiento impaciente mediante el recurso del “Bueno, bueno”: “Bueno bueno, pero la nena, la nena, ¿qué le pasó a la nena?” O tal vez: “Bueno, bueno, pero la nena está bien? ¿Está bien la nena?” O más directamente: “Bueno, bueno, ¡pero avanzá, tía, sos una carreta!!! ¿QUÉ ONDA CON LA NENA???”
EL “MEJOR IMPOSIBLE”: Maniobra titulada así en homenaje a aquella película en la que Jack Nicholson hacía de obsesivo compulsivo. Los “Mejor Imposible” tienden a obsesionarse por un detalle pelotudísimo de la historia al que vuelven una y otra vez. Por ejemplo, el acuciante problema de “quién estaba”: Estaba el Tute, Marquitos y el Pardo. No, pará, miento, miento, el Pardo no estaba. Estaba Mingo. ¿Estaba? No, miento, estaban Mingo, Rolo y el Tute. No, no puede ser, porque el Tute en ese momento estaba en Alemania visitando a los tíos. Así que el que estaba era el hermano, Romeo. No, pará, miento, miento, si el hermano del Tute ya había fallecido. ¿Quién era el que estaba entonces?
Clint Eastwood, luego de fracasar varias veces en la filmación de una escena donde debía aparecer un carro en llamas que entraba en un granero, optó por eliminarla, aclarando “Después de todo la película no se trata de un carro en llamas que entra en un granero”. Los Mejor Imposible no tienen la sabiduría de Clint Eastwood; No saben “de qué trata la película”. Creen que la película se trata de quién estaba.
Los candidatos: Cincuentones que nos cruzamos casualmente, tíos a los que vemos en un velorio, vecinos jubilados, taxistas comunicativos o plomeros de esos que tienen mucho para decir.
La frase recurrente: “No, pará. Miento, miento”
La Labor del Rempujador: Órdenes directas envueltas en furia, mediante la maniobra “Contá lo que pasó”: “¡Y a mí qué carajo me importa quién estaba! ¡Contá lo del perro, qué pasó con el perro, lo encontraron o no lo encontraron al perro!”
EL “PROPAGANDA DE MASTER CARD”: Este ejemplar, como un hábil creativo publicitario, te cuenta una cosa pero para contarte, en forma subliminal o traicionera (es lo mismo) un mensaje completamente diferente. Por ejemplo, te cuenta que se encontró con Víctor, te acordás de Víctor, el que tocaba el teclado con Los Apaches, ahhhh, sí, me acuerdo, pobre infeliz, y qué es de la vida de Víctor. Bueno. Y lo que vendría acá, que sería la anécdota o meollo del encuentro con Víctor, el apasionante “nudo” y el desgarrador “desenlace” consiste en apenas dos o tres datos laborales y domiciliarios y completamente faltos de interés; por ejemplo “Bien, anda bien, está arreglando CPUs y vive en Ranelagh”. O “Bien, bien, consiguió una beca en el Conicet y vive en Parque Patricios”. O, si querés ponerle mucha emoción: “Bien, ahí anda, está trabajando de payaso asesino en un Laberinto del Terror y vive en la Luna”. Y luego, sin avisar ni nada, pasa a lo realmente importante: “Sabés… Yo hace un par de años me cogí a la novia de Víctor”. O sea, al tipo le importa una goma contarte que se encontró con Víctor, o que trabaja de payaso asesino. Su intención, desde el principio, ha sido revelarte que se benefició a su novia, cosa que le parece un triunfo sobrecogedor digno de ser cantado por trovadores. Como historia, una estafa.
Los candidatos: Amigos de larga data o compañeros de oficina muy cancheros y sexualmente inseguros.
La frase recurrente: ¿Viste la minita esa? Bueno… (levantada de ceja y silencio elocuente)”
La Labor del Rempujador: El “rempuje al revés”, ignorando por completo la parte del triunfo sexual, con un “Pero pará, y Víctor, ¿qué más te contó? ¿Sigue tocando? Un tipazo, Víctor” (para gran desazón del Propaganda).
EL “PULP FICTION”: El recurso del relato desordenado hay que dejárselo a los profesionales. El narrador medio, más aún en el género relato oral no debería andar mezclando los tiempos, porque el relato oral se escucha con una oreja sí y con la otra puesta en el agua que no hierva o en que el crío no se tire por el balcón. ¡No! A mí contame la película ordenadita, querido. Sin embargo, muchos narradores orales, envueltos en la ansiedad y la prisa parecen darle poca importancia a este principio, y lo emparchan mediante el “porque antes”: “Ah, pará, porque antes habíamos tenido que pasar por lo de Pachu a buscarla a Ferchu para ir a lo de Chechu. Entonces estábamos en el 152, ah, pará, porque antes fuimos al Alto Palermo comprar el regalo de Gabu” y es todo un Caos narrativo insostenible y enloquecedor. Encima cuando pedís alguna precisión se te enojan: “No, no, PRIMERO me bocharon en lengua y DESPUÉS tuve que jugar la final de hockey, ay, tío, no tendés nadannn”. Y, no, no entiendo nada porque lo estás contando para el culo.
Los candidatos: Sobrinos o hijos de amigos, niños, preadolescentes y adolescentes llenos de vida y entusiasmo e incompetencia oral.
La frase recurrente: “Ah, pará, porque antes”
La Labor del Rempujador: Rempujamiento reconstructivo, cada diez segundos de relato, mediante la técnica del “Entonces”: “Entonces: Vos estabas en lo de tu primo y de ahí es que se fueron al Parque de la Costa, donde vomitaste el guiso de lentejas”. O “Entonces, en el colectivo fue que a tu amiga se le rompió el jean y ahí bajaron a lo de la prima a ver si le prestaba algo, pero vos no podías entrar porque a la prima le... ¿O venían de lo de la prima?”
Mediante el reconocimiento de estos desastres orales, el buen rempujador podrá llevar a cabo su tarea con eficiencia, para confort y tranquilidad del público.
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