domingo, 30 de noviembre de 2014

Coso 101: Correa Corporativa



No es la Correa Corporativa la más peligrosa ni la más inofensiva de las trampas que nos tiende el Sistema Capitalista para esclavizarnos e identificarnos (tal como el vaquero marca al rojo al ganado), ni para conducirnos a que lo hagamos nosotros mismos alegremente; las redes sociales son en este sentido las armas de dominación más sofisticadas que mente alguna hubiera imaginado. Pero la Correa Corporativa (tanto como símbolo de canino sometimiento como instrumento concreto para invadir nuestro propio cuerpo humano con las etiquetas y sellos de la Empresa) es un elemento cada vez más omnipresente en nuestras vidas.

Nacida como el sostenedor de la credencial identificatoria que nos permite corretear por convenciones, cursos y otros espacios de adiestramiento, informándole a todo el mundo nuestro nombre y apellido, lugar de trabajo y poco falta para que se incluyan allí nuestras claves bancarias y fetiches sexuales, pronto se ha hecho presente en tarjetas magnéticas de entrada, llaves de máquina de café y pendrives. Si la idea fuera que nos colgáramos del cuello todos los objetos que penden de las diferentes correas que nos encajan, terminaríamos con serios problemas en las cervicales. Pero pocos son los que realmente se las cuelgan, prefiriendo acumularlas en diferentes espacios de almacenamiento (bolsillos, bolsos, cajones), donde terminan formando siniestros ovillos negros.

Pero siguen estando allí: La idea, creo yo, es que funcionen como recordatorio mafioso de quién es nuestro Amo y Señor, o como sugerencia velada de que, si queremos fugarnos de la opresión, siempre tenemos la opción de unir una correa con otra y ahorcarnos.

viernes, 28 de noviembre de 2014

¡Los Consejos De Kharadabarharash: Decimooctavo Rollo!



“Si Necesitáis Por Hache O Por Be O Por Equis O Zeta Traer Una Prepizza En Una Bolsa De Nylon, Procederéis De Este Modo: Una Vez Introducida La Prepizza En La Bolsa, Tomaréis La Bolsa De Una Sola Manija. De Este Modo La Prepizza Tendrá Como Un “Airecito”, Como Un “Espacio Vital”, Digamos, Y Correrá Menos Riesgo De Partirse A La Mitad O Desmigajarse. Disclaimer: Puede Fallar. Pero Se Reduce El Riesgo. Esto Lo Sé Por Una Señora Que Me Vendió Una Prepizza En Una Fiambrería.”

Coso 100: Cinta Scotch en Estado Salvaje



Todos estamos familiarizados con el carácter indómito de la cinta Scotch. A pesar de los esfuerzos de los valientes cazadores que van a la Tierra de la cinta Scotch a atraparla, doblegarla, alisarla y enrollarla sobre sí misma, estado en el que se nos expende en papelerías y oficinas, sabemos que esta caprichosa criatura intenta volver a su forma original ante nuestro más mísero descuido. Si no la mantenemos severamente a raya cuando debemos soltarle ligeramente las riendas para embalar nuestros regalos de navidad, la cinta se resiste, se empaca, intenta autoahorcarse o aprisionar nuestro dedo índice entre sus fauces hechas de pegoteo.

A pesar de ello, hay un momento donde estos bollos translúcidos en los que pugna en convertirse son el símbolo de la felicidad: cuando desembalamos las cajas de cartón donde hemos acomodado nuestros objetos personales al final de una mudanza. Como ya han cumplido con su misión, permitimos que la cinta Scotch vuelva a éste, su estado original y silvestre, y la dejamos por un rato pacer en el piso, en las mesas, a los costados de las cajas aún no desarmadas; no es hasta que las recogemos para tirarlas a la basura que estos invertebrados intentan un último pegoteo contra nuestras extremidades,pero es tarde: su mismo estado de "bollo" nos permite darles fin confortablemente, a diferencia de su compañero de ramo, el Copo de Telgopor de Embalaje, capaz de permanecer y permanecer en el ambiente durante meses, etéreo y escurridizo, sin que logremos atraparlo. ¡Pero esa, amigos, es otra historia!

martes, 18 de noviembre de 2014

¡PROPONEN NUEVO Y REVOLUCIONARIO TIPO DE MÁQUINA!


…se trata de una máquina cuyo funcionamiento no varía, pero el mecanismo que la hace funcionar cambia todos los días: Un día se mueve mediante el magnetismo; otro, mediante una sofisticada célula fotoeléctrica. El tercer día utiliza un motor atómico o la hechicería Hudu. Y así, motores a explosión, campos gravitatorios, sofisticadas computadoras, enanitos, nanotecnología, energía eólica, tracción a sangre, centrales hidroeléctricas y metodologías aún no soñadas por la mente humana se van turnando para hacer funcionar la máquina, cuyo principio vital es invisible a nuestros ojos a menos que la desarmemos.

Este azaroso comportamiento hace prácticamente imposible su reparación: cuando el reparador intenta cambiar el depósito de agua pesada, la máquina está funcionando mediante telekinesis emanada de unos homúnculos encerrados en un depósito en el Ártico; cuando el reparador, en cambio, intenta reiniciar la máquina mediante una invocación a Gasmodeo, el demonio de los combustibles, justo justo ese día la máquina funciona sencillamente a nafta. Sólo una increíble casualidad podría resultar en que el método elegido por el reparador coincida con el mecanismo que le toca a la máquina ese día: lo cual, si bien posible, es altamente improbable.

¡Y esa máquina se llama Ser Humano! No, mentira, es mi auto.