domingo, 28 de diciembre de 2014

Coso 103: Bolita de Moco Sintética



El pico de los recipientes de plasticola suele acumular en su punta (o en toda su superficie, luego de una aplicación demasiado vehemente) algunos restos o “lechazos” del adherente material, secos y plastificados al contacto con el oxígeno. Resulta en un placer muy primitivo (y algo obsceno) el arrancado a hachazos de uña de estos restos, y su posterior conversión en bolitas rugosas, pegajosas e irregulares. Para los aficionados al amasamiento de bolitas de moco, este procedimiento sirve de sublimación un poco más profiláctica de su repulsivo vicio, algo así como el la cerveza sin alcohol de los amasadores, o la cocaína de lecitina de soja de los esnifadores; que no sabemos si existe pero seguramente sería muy saludable.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Coso 102: Lámpara de Mesa de Luz hecha con un Cacho de Cuarzo



Entre las muchas señales de involución de nuestra sociedad no es menor la existencia de este extraño objeto (hallado en casas de decoración de tendencia New Age), consistente en una base que mediante algún ingenioso procedimiento (por ejemplo, electricidad) emite un haz de luz blanca, sobre el cual va colocada, no una pantalla hecha de cuero curtido, o tela o acrílico o la miríada de materiales que nos oferta el rubro de la iluminación y el lamparismo, sino lisa y llanamente un cacho de piedra. Que esta sea –elección hecha a base de un mínimo, y cuando decimos mínimo queremos decir exactamente eso, un mínimo sentido común- un pedazo de cuarzo traslúcido, lo cual permite que la luz obtenga un paso rústico y a los trompicones, no hace menos grave este símbolo: En la era del LED y los rayos láser, del líquido fluorescente para buzos, la holografía, las esculturas lumínicas y los experimentos con trajes de invisibilidad, el artilugio que elegimos para echar luz sobre nuestros momentos de reflexión o lectura es algo emparentado con un adoquín.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Coso 101: Correa Corporativa



No es la Correa Corporativa la más peligrosa ni la más inofensiva de las trampas que nos tiende el Sistema Capitalista para esclavizarnos e identificarnos (tal como el vaquero marca al rojo al ganado), ni para conducirnos a que lo hagamos nosotros mismos alegremente; las redes sociales son en este sentido las armas de dominación más sofisticadas que mente alguna hubiera imaginado. Pero la Correa Corporativa (tanto como símbolo de canino sometimiento como instrumento concreto para invadir nuestro propio cuerpo humano con las etiquetas y sellos de la Empresa) es un elemento cada vez más omnipresente en nuestras vidas.

Nacida como el sostenedor de la credencial identificatoria que nos permite corretear por convenciones, cursos y otros espacios de adiestramiento, informándole a todo el mundo nuestro nombre y apellido, lugar de trabajo y poco falta para que se incluyan allí nuestras claves bancarias y fetiches sexuales, pronto se ha hecho presente en tarjetas magnéticas de entrada, llaves de máquina de café y pendrives. Si la idea fuera que nos colgáramos del cuello todos los objetos que penden de las diferentes correas que nos encajan, terminaríamos con serios problemas en las cervicales. Pero pocos son los que realmente se las cuelgan, prefiriendo acumularlas en diferentes espacios de almacenamiento (bolsillos, bolsos, cajones), donde terminan formando siniestros ovillos negros.

Pero siguen estando allí: La idea, creo yo, es que funcionen como recordatorio mafioso de quién es nuestro Amo y Señor, o como sugerencia velada de que, si queremos fugarnos de la opresión, siempre tenemos la opción de unir una correa con otra y ahorcarnos.

viernes, 28 de noviembre de 2014

¡Los Consejos De Kharadabarharash: Decimooctavo Rollo!



“Si Necesitáis Por Hache O Por Be O Por Equis O Zeta Traer Una Prepizza En Una Bolsa De Nylon, Procederéis De Este Modo: Una Vez Introducida La Prepizza En La Bolsa, Tomaréis La Bolsa De Una Sola Manija. De Este Modo La Prepizza Tendrá Como Un “Airecito”, Como Un “Espacio Vital”, Digamos, Y Correrá Menos Riesgo De Partirse A La Mitad O Desmigajarse. Disclaimer: Puede Fallar. Pero Se Reduce El Riesgo. Esto Lo Sé Por Una Señora Que Me Vendió Una Prepizza En Una Fiambrería.”

Coso 100: Cinta Scotch en Estado Salvaje



Todos estamos familiarizados con el carácter indómito de la cinta Scotch. A pesar de los esfuerzos de los valientes cazadores que van a la Tierra de la cinta Scotch a atraparla, doblegarla, alisarla y enrollarla sobre sí misma, estado en el que se nos expende en papelerías y oficinas, sabemos que esta caprichosa criatura intenta volver a su forma original ante nuestro más mísero descuido. Si no la mantenemos severamente a raya cuando debemos soltarle ligeramente las riendas para embalar nuestros regalos de navidad, la cinta se resiste, se empaca, intenta autoahorcarse o aprisionar nuestro dedo índice entre sus fauces hechas de pegoteo.

A pesar de ello, hay un momento donde estos bollos translúcidos en los que pugna en convertirse son el símbolo de la felicidad: cuando desembalamos las cajas de cartón donde hemos acomodado nuestros objetos personales al final de una mudanza. Como ya han cumplido con su misión, permitimos que la cinta Scotch vuelva a éste, su estado original y silvestre, y la dejamos por un rato pacer en el piso, en las mesas, a los costados de las cajas aún no desarmadas; no es hasta que las recogemos para tirarlas a la basura que estos invertebrados intentan un último pegoteo contra nuestras extremidades,pero es tarde: su mismo estado de "bollo" nos permite darles fin confortablemente, a diferencia de su compañero de ramo, el Copo de Telgopor de Embalaje, capaz de permanecer y permanecer en el ambiente durante meses, etéreo y escurridizo, sin que logremos atraparlo. ¡Pero esa, amigos, es otra historia!

martes, 18 de noviembre de 2014

¡PROPONEN NUEVO Y REVOLUCIONARIO TIPO DE MÁQUINA!


…se trata de una máquina cuyo funcionamiento no varía, pero el mecanismo que la hace funcionar cambia todos los días: Un día se mueve mediante el magnetismo; otro, mediante una sofisticada célula fotoeléctrica. El tercer día utiliza un motor atómico o la hechicería Hudu. Y así, motores a explosión, campos gravitatorios, sofisticadas computadoras, enanitos, nanotecnología, energía eólica, tracción a sangre, centrales hidroeléctricas y metodologías aún no soñadas por la mente humana se van turnando para hacer funcionar la máquina, cuyo principio vital es invisible a nuestros ojos a menos que la desarmemos.

Este azaroso comportamiento hace prácticamente imposible su reparación: cuando el reparador intenta cambiar el depósito de agua pesada, la máquina está funcionando mediante telekinesis emanada de unos homúnculos encerrados en un depósito en el Ártico; cuando el reparador, en cambio, intenta reiniciar la máquina mediante una invocación a Gasmodeo, el demonio de los combustibles, justo justo ese día la máquina funciona sencillamente a nafta. Sólo una increíble casualidad podría resultar en que el método elegido por el reparador coincida con el mecanismo que le toca a la máquina ese día: lo cual, si bien posible, es altamente improbable.

¡Y esa máquina se llama Ser Humano! No, mentira, es mi auto.

miércoles, 8 de octubre de 2014

¡PROPONEN LANZAMIENTO DE “CONFERENCIAS ¡PUM!” COMO SOLUCIÓN A LA IGNORANCIA UNIVERSAL!

¿Cómo se crea un gurú de algo? Entiendo nadie emprende la carrera de gurú “per se”. No está homologada, que yo sepa.

Por lo general son personas que se dedican a una materia determinada: Oftalmología, periodismo, escritura, crochet. Si tiene un mínimo de carisma y cierta facilidad para condensar conceptos complicados en frases coloridas o monólogos humorísitcos, es probable que empiece a ser invitado a magazines de cable como nota de relleno; si tiene éxito, las invitaciones se multiplicarán a radios, programas de aire, canales de Youtube y, en el momento indicado, algún apiolado le sugerirá que escriba un libro sobre su sapiencia; y luego, que por qué en lugar de andar hablando gratis -o a cambio de mandar un chivo- por qué no se dedica a hablar en público (a cambio de un modesto arancel).

En ese momento, ¡KA-BLAMMM!, es que el hombre ha dejado de ser un profesional de la cosa para convertirse en gurú de la misma; ya no tiene tiempo para dedicarse a la “cosa”: su agenda rebalsa de charlas, mesas redondas, exposiciones, firmas de libros, conferencias, reportajes y un variopinto tour a través de diferentes medios de comunicación. Su área de expertitud ya no es, en realidad, la “cosa”, sino “hablar de la cosa hasta por los codos”. Tal vez nunca fue demasiado buen oftalmólogo, periodista, escritor o encrochetador, pero domina a la perfección el arte de envolver a sus oyentes en un flujo de frases hechas, ejemplos graciosos, anécdotas y conceptos petarderos.

A veces, el gurú pretende generar discípulos y continuadores y está muy bien que así sea: Soy el último en pretender cagarle el negocio a nadie. Pero el problema es que sus alumnos, movidos por la admiración y el carisma del sujeto, no se dan cuenta de que están siendo guiados a la carrera equivocada. "¡Todos podemos triunfar en la rama del fileteado porteño; YO soy el ejemplo viviente!", dice el gurú del fileteado porteño. Y allá van, cargados de entusiasmo y pinceles, dispuestos a triunfar en el arte del fileteado porteño hasta llegar a ser tan ricos y famosos como su gurú. Pero, claro, el gurú se ha hecho rico y famoso como gurú, no como fileteador porteño. Sólo que se cuida muy bien de mencionarlo. No necesita más gurús: sólo fileteadores porteños no tan exitosos como él porque, claro, están haciendo algo mal.

Entonces surge un nuevo negocio: el de los workshops, convenciones y simposios. Sostenidos por la febril fantasía de las multinacionales, que esperan que uno de sus empleaduchos invente un nuevo Facebook, Twitter o Rottweiler luego de asistir a una charla sobre "Innovación", brotan como la peste en hoteles y universidades privadas, que dicho sea de paso también se forran. Para rellenar estos aquelarres, necesitamos gurús de esto y lo otro, y si no hay los inventamos. Se inicia una loca carrera para crear gurús de la nada, muchas veces medio verdolagas, pero, ¡qué caramba!, los organizadores de convenciones tienen que comer. Dos o tres slides con frases en tipografía bien grande, uno que otro video gracioso de youtube ejemplificador cada cinco minutos para que la gente no se duerma y un micrófono de esos tipo Britney Spears que queda tan canchero y, si no sos un gurú, le pegás en el palo (porque aclaremos que el gurú de hoy no usa túnica, sino polera negra).

El summum de este fenómeno son las famosas "Conferencias TED": Conferencias de no más de dieciocho minutos, con el tipo parado y canchero como si fuera un stand up, cada una sobre un tema muy muy muy específico, buscando una especificidad casi enfermiza dentro de otra materia también específica. Ya no se trata de ser el gurú del vegetarianismo, sino del vege-habichuelo-tarianismo electrolítico con ruedas. A más especialización, más posibilidades tengo de ser el único gurú de eso. Tal vez no sean temas demasiado enriquecedores y olvidemos de qué se trataba a los cinco minutos, pero mientras tanto, ¡cuanta iluminación!

Fíjense cómo hemos progresado: el gurú de antes, el de la túnica, la barba y el estofado de perro (perón, ese es Demis Roussos) te iluminaba en una generalidad de cosas de la vida y el Universo, pero a veces tenías que estar atrás de él, con el pelo rapado y lavándole la ropa gratis durante treinta años para que declarara mimimamente iluminado; hoy, en una jornada de ocho horas, a razón de 18 minutos por gurú (con toda la furia, porque algunos entienden que de lo bueno poco y se largan a los 7 minutos), recibís unas 26 iluminaciones por día.

Sospecho que en alguna Universidad de Massachussets algún cráneo estará creando las "Conferencias ¡PUM!", charlas de treinta segundos donde miles y miles de conferencistas subirán al escenario uno atrás de otro (colgados de un gancho), emitirán sus saberes hablando más rápido que un rematador, desesperados porque el gancho se los lleva fuera del escenario antes de que hayan terminado las preliminares, mientras ¡PUM! ya está entrando el siguiente gurú/experto/conferencista gesticulando como un enajenado, borboteando sobre otro tema completamente diferente y de una especificidad incomprensible.

Y en algún momento habrá más tipos explicando cómo se hace la “cosa” que tipos que ejecuten la cosa en sí: El típico caso de demasiados gurúes y pocos discípulos. Será el momento de que los espectadores pasivos nos frotemos las manos y empecemos a cobrar, porque vamos a ser perlas en el océano.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Coso 99: Lanzador de agua con Forma de Jeringa Gigante



Cada tanto una oleada psicopedagogiprogresista se lleva por delante los los llamados “juguetes bélicos”, y revólveres, ametralladoras y lanzagranadas de plástico deben retirarse del mercado, obstaculizando el crecimiento de la economía y el libre comercio. Los fabricantes de juguetes se ven entonces obligados a practicar el arte del camouflage, ocultando ingeniosamente la simbología homicida de estos objetos tras lanzarrayos de Star Wars o espadas de pirata. Hay un rubro muy específico, sin embargo, que ha quedado siempre fuera de los ataques de las Ligas de Madres de Familia: El de los juguetes de agresión acuática, tal vez porque la ausencia de simulación (el daño que producen es real y no representado) no sean exactamente "juguetes", sino lisa y llanamente "armas"; O quizás por lanzarse a la venta durante los meses en que los gremios represores están con la guardia baja, es que pistolas de agua de todos los tamaños (e incluso lanzadores con bombonas ovaladas que cubren un nicho no muy diferente al de una ametralladora) es que este género en particular ha sobrevivido sin mayores problemas.

El paso siguiente era inevitable: que viendo la zona liberada y sin moros en la costa, un Alistair Crowley de la juguetería, diabólico y anarquista, dispuesto a sembrar el Vicio y el Caos y a terminar con la Moral Burguesa, decidiera insertar en el mercado una jeringa gigante, iniciando a los niños en la familiaridad con el mundo de la drogadependencia.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¡DETERMINAN LOS CINCO TIPOS DE AVERÍAS IRREPARABLES, ES DECIR, TODAS!

Seguramente usted, un día, quiere que le arreglen algo. Antes de continuar, permítame un “interemezzo”: ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!

¡Sí, ja, ja,ja, ja, porque usted, iluso, desavisado, lampiño usted, parece no entender así choque su cráneo diez veces contra el mismo adoquín, que habitamos un Universo donde el Caos es el oden natural y la avería es la regla! ¡Los hombres mueren, los sanos enferman, los continentes derivan y colisonan, las partículas elementales se desarman espontáneamente como juguetes chinos en las manos de un niño, y usted, sin embargo, pretencioso arrogante hijo único de qué te las das usted, reclama desubicadamente que le arreglen el radiador del auto! ¡Como si eso fuera posible! ¡Como si toda intención de arreglamiento no decantara inevitablemente en, por ejemplo:

La avería “ACATÁAAA”: Se trata de una avería o desperfecto (por ejemplo, el auto hace como un “tiki tiki tiki”) que, luego de llevado al especialista de rigor, vuelve prístino y virginal a su deslizamiento silencioso de nave de magnetos habitual (o a su sonido de catramina desechable, pero el habitual, sin “tiki tiki tiki”)… Por unas horas. El feo hocico renegrido de Aquello que No Debería Estar Allí vuelve a asomarse a los pocos rounds, produciendo el insulto escupido por lo bajo contra el deshonesto mercader de la llave inglesa. Pero a las pocas horas, o minutos, o al día siguiente, cuando hemos tomado la firme decisión de atravesar con el coche la cortina metálica del mecánico, el “tiki tiki tiki” desaparece otra vez. Entendemos que el desperfecto, sencillamente, había manifestado su Último Estertor. Y con el alma de vuelta en el cuerpo, mientras rumbeamos a nuestra dirección habitual, el Indeseable contraataca. Y así, la avería asoma y desaparece, un día sí, un día no, jugando con nosotros un diabólico juego mecánico del “Whack-a-mole”, despertando el Super Yo que nos insta a llevar nuestra queja a Don Sosa, para luego esconderse nuevamente y tentarnos con el bienestar de la Negación, hasta que un día, claro, cuando el período de reclamo ha caducado, se instala nuevamente y para siempre.

La Avería “MACONDO”: El especialista, un especialista campechano, re gaucho, nada carero, muy muy macanudo, realiza un arreglo que le permite a la Máquina seguir en funciones, sin necesidad de pedir el firulzio a la casa Central de Chilecito, que tardan un montón y cuesta una fortuna. Y el desperfecto no desaparece, pero convive con nosotros medio atontado. Hace “tiki tiki tiki”, pero muuuucho más bajito. Y no jode demasiado, ¿eh?, no jode demasiado. Se trata de la reparación de los adeptos a la medianía de la tolerancia, de aquellos que practican la convivencia pacífica con los crímenes sin víctima, o con una víctima resistente. Un Amsterdam de las reparaciones, o tal vez un Colonia Vela de las reparaciones, un mundo donde el preso del pueblo es un personaje querido, y los pequeños actos de corrupción de los funcionarios se limitan a pedir un lechón o un favor sexual de la envejecida prostituta de la plaza: un estado de cosas que horroriza a los amantes de la perfección y de cómo se hacen las cosas en Alemania, pero que podría verse como un ejemplo de la paz social tribal, de un mundo pequeño y amigable y cálido y qué macanudo el mecánico cómo me arregló las cosas sin demasiado quilombo hasta que, páfate, el parche cede, la avería se extiende como un cáncer y ahí tengo que recambiar no un firulzio sino media docena. ¡Pero mientras tanto, qué paz, amigos, qué paz!

La Avería “TERMINATOR”: Esta vez, el mecánico ha decidido hacer las cosas bien, cambió firulzios, totoloches y rezampanizó el tribulio, por las dudas. No hay lugar para una nueva avería, quedate tranqui que por cinco años no lo tenés que tocar de nuevo. “Corte Gilligan” a las 24 horas posteriores, con el coche escupiendo “tiki tiki tikis” como si de un cubilete con ruedas se tratase. El mecánico, con la actitud casi ofendida de un prohombre engañado en su buena fe, fulina al aparato con la mirada y vuelve a encarar la reparación, a todo o nada, y cambia fondorios, garganiza el Tripón de Proa, y por las dudas le corbata un totoloche más nuevo todavía. Esta vez el “estado de reparación” dura unas seis horas y monedas. Y esta vez, como es un hombre honesto, el mecánico no permite que le llevemos el auto de nuevo, ya que ya ha dado todo lo que tenía para ofrecer. Nos devolvería la plata, pero nos explica que ya se la gastó.

Comienza un periplo por toda clase de especialistas y taumaturgos, Veteranos del Arreglo, Campeones del Bricolage, Paladines de la Bujía, recomendados por diferentes semi-conocidos y semi-familiares. Cada uno ofrece un diagnóstico diferente y unos esbozos de tarifa que van en aumento geométrico, salpicados con variaciones anómalas en lo que hace a tiempos, ubicaciones geográficas y particularidades de personalidad. Una y otra vez, la avería va dejando un tendal de profesionales, que o bien se rinden (luego de envejecer diez años en quince días) o bien niegan en nuestra cara la persistencia de la avería, con explicaciones que van del galimatías incomprensible a la llana fábula. “Terminator”, por supuesto, continúa allí PARA SIEMPRE, aunque intermediado por breves períodos de arreglamiento por un nuevo especialista. ¿Desea ud. un consejo? Disfrútelos.

Nota: Este fenómeno se usa mucho en el tema calefones. Si escucha las palabras “termocupla” o “electroválvula”, sepa que está en problemas gravísimos.

La avería “CONCEPTUAL”: Es, sencillamente, la avería que se trasmuta en otra. El mecánico arregla el “tiki tiki tiki”, pero al hacerlo, desacomoda algo en el equilibrio del Universo, y entonces el auto empieza a hacer “broco broco broco”. O pierde agua el bidón, o se parte el burro de arranque, o se trula el condensador de flujo. Técnicamente, el especialista arregló el cosito, pero, también técnicamente, en la Gran Arquitectura de las Cosas, no arregló un carajo, porque sigue existiendo una avería. Es como si la avería de su auto fuera algo más conceptual que particular. No importa tanto la avería en sí, como que el artefacto mantenga un número estable de averías. Y eso si tiene suerte, porque lo normal, en este Universo donde el Caos etc. etc. etc. es que las averías se acumulen y multipliquen y pueblen la Tierra. ¿Tiene una sola avería? ¡Ahhhhh bueeee, qué Duque!!! El único problema que le veo a este fenómeno es que el mecánico te cobra por avería particular, no por avería conceptual, así que si ud. le va con “Don Girólamo, se lo traigo de nuevo porque la avería conceptual sigue y ahora en lugar de tener la dirección floja pierde aceite, esto no me lo cobra, ¿no?” es muy probable que se muestre del todo de acuerdo. Viste cómo es esta gente.

La Avería “POSTRAUMÁTICA”: A veces algún especialista da con la clave de una “Terminator” y, suenen trompetas, efectivamente la arregla. Sí. El “Tiki tiki tiki”, fetivamete, no está más. O eso parece. Daría la impresión de que no. No sé. Qué se yo. Porque pasan los días y el sonido o la percepción del desperfecto resuenan en su cabeza, o en la forma que se mueve el volante, o en cierta calidad desprolija de cómo hace el motor, o la electrovávula, o el color violeta del monitor o la lentitud (difícil de precisar) del procesador. O sea, anda mejor que antes, pero no anda del todo bien, no me acuerdo cómo andaba antes, pero creo que no era así o no debería o debiese andar así y si debiese andar así es una REVERENDA CAGAAADAAAA. Pero no, me parece, me parece nada más. ¿Ahí? ¿Escuchaste eso? Ud. buscará consenso en seres queridos o desconocidos, a horas intempestivas y en lugares impensados, porque luego de haberlo pasado tan mal con la perenne avería, tiembla, sueña y se derrumba con la idea de su regreso. Es más una “sensación” de avería que una avería en sí, pero por otra parte, no sé. Me parece que no es así. O debería andar así esto. Algo pasa, che, algo pasa.

Nota: No lo quiero alarmar, pero existe la posibilidad, algo inquietante, de que esta sea una variante de la “Avería Conceptual”, y que en este caso, la avería se haya trasladado a su cabeza. Lo lamento.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Coso 98: Piecita Genérica de Juguete de Huevo Kinder



El Huevo Kinder tuvo su momento de gloria en los 90 y los dosmiles, siendo reemplazado por… Bien, no tengo idea de por qué diantres ha sido reemplazado, si es que lo ha sido. El caso es que no hay casa habitada por niños que no tenga una o varias de estas piezas dando vueltas, ora en el piso de la sala, en el rincón de una mesa, bajo el sofá o en nuestro plato de ravioles. Puede ser un bracito, o una suerte de arandela, de eje de carricoche o agarradera de otra pieza más vistosa. Separada de su composición total (de la que se despide entre 24 y 72 hs. luego del primer armado del juguete), es difícil determinar su función original. Lo que sí sabemos es que es un residuo de huevo Kinder, y que ya forma parte de nuestra basura habitual, junto a migas, pelusas o los trocitos microscópicos de piel de los que se alimentan nuestros ácaros domésticos.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Coso 97: Naricero para Anteojos de Borde Metálico



El Naricero, aún presente en algunos diseños de anteojos de borde metálico es un caso paradigmático de “aquello que aprecias cuando lo pierdes”, emparentándolo con el Amor, el Papel Higiénico y la Juventud. Cuando algún accidente lo desprende de ese pequeño bracito metálico soldado al cuerpo del anteojo, no lo extrañamos sólo por su ausencia, por haber perdido algo hermoso, querido o útil: Su ausencia se nos hace mucho más patente, diríamos dolorosa (físicamente hablando) en la punción del antedicho bracito que, desnudo y sin rienda alguna, se dedica a hurgar y carcomer la carne de nuestra nariz superior, con la firme intención de horadar despiadadamente hasta el tabique; entonces recuperamos el naricero o conseguimos uno similar, y éste tiene una conducta bastante perversa: sin pincharnos, continúa presionando sobre la llaga producida, como para recordarnos que nunca debimos descuidarlo, como una ex esposa despechada que ha regresado sólo para convertir nuestra vida en un infierno. Buen momento para pensar en la cirugía o los lentes de contacto.

sábado, 30 de agosto de 2014

Coso 96: “Abstractito”



Cuando parecía que ya no quedaba rubro, rincón o centímetro del Universo atacado por el “Design” y su mundillo de comedores de comida étnica y muebles incómodos (pero muy diseñados), esta infección se apoderó del huésped más impensado: el de los bebés y su parafernalia. Por definición, este universo de colores primarios y muñecos de ojos saltones parecía incompatible con los parámetros anoréxicos y desencantados de la gente cool. Sin embargo, una avanzada de muñecos de trapo “de diseñador” ha hecho su aparición en los negocios más conchetos del rubro “puericultura”; y por supuesto, como son de diseñador, no se parecen en nada a un muñeco de trapo. Nada hay en ellos que recuerde a una cabeza, brazos o piernas, lo que sería muy vulgar. A duras penas tienen en su corpachón de figura geométrica irregular un botón que hace las veces de ojo (sí, en singular) y alguna semi-sonrisa bordada. Pariente del Monstruo de Frankenstein y el bull-dog, y rogando por que alguien le pegue un tiro, “Abstractito” ha hecho su entrada. Su venganza está implícita: introducir nociones de anatomía muy confusas a toda una generación.

jueves, 24 de abril de 2014

¡DETERMINAN QUE LIBRO NO ES UN LIBRO!

Me quiero comprar este libro.

464 páginas de Landrú, el humorista argentino que más me ha hecho reir; contiene -digo yo- cientos de dibujos y escritos con sus personajes; un libro, además, de gran importancia histórica debido a las diversas intervenciones de “Tía Vicenta” en los medios y la política argentina. En fin, un “must”, muchachos, un “must”.

El primer problema es el precio. $690. Seguramente tengo una falla en la percepción de lo que debe salir o no debe salir un libro, seguramente todo está más caro de lo que creo y es cierto que hoy un billete de 100 es como caquita (aunque siento que me arrancan un trozo de riñón cada vez que me desprendo de uno). Pero, ¡690! Para mí es una cifra que se acerca más a lo que tiene que salir un electrodoméstico que un libro.

Y no es una exageración: algunos electrodomésticos son más baratos. Por ejemplo, una tostadora, o una pava eléctrica. Creo que podría comprarme tres o cuatro de esos ítems con un Landrú. Y el electrodoméstico tiene cables, lucecitas, microchips, cosas caras. ¿El Landrú tiene microchip? No, no tiene. ¡Jaque mate, flaco! ¡No me cobres cosa sin microchip como dos o tres veces algo que tiene! ¡Es lo único que te pido!

El segundo problema es el tamaño, que claro, acá en la fotito no se nota, pero es grande. Me refiero a grande de grande grande, grande de que no podés dudar si está entre “mediano” o “grande”, no, es grande a simple vista, es un flor de pedazote de cacho de libro. No es un “ladrillo” sino varios.

Es grande, gordo e incómodo, es un libro que te invita a dejarlo en la biblioteca, que se ve re lindo, no a llevártelo a la cama o al baño. Ahí en el aviso te lo ponen, así casi al pasar, medio traicioneramente: ¡Pesa 2.500 gramos! ¡Dos kilos y medio! Ya que te lo pongan ahí, yo digo que tipo advertencia es para preocuparse, como si el librero se quisiera sacar la responsabilidad de vendértelo y que después necesites un flete. También dice “encuadernación rústica”. No me quiero imaginar lo que pesaría el tapa dura.

No me imagino cargando esa bestialidad para leer en el colectivo (si es que yo tuviera la peregrina idea de viajar en colectivo. Pero ese es otro tema), o yendo a un bar con el Landrú bajo el brazo, o sea, no creo que lo pudiera llevar, técnicamente, “bajo el brazo”. No creo que la presión del brazo contra las costillas que soy capaz de hacer fuera suficiente para mantenerlo en su lugar. No, es un libro que lo tenés que ocupar con las dos manos o un carrito. Es ese tipo de libro, tipo libro de arte, grande.

Y acá está la parte más preocupante del asunto ¿Puede, un libro que supera ciertas dimensiones, llamarse “libro”? Por ejemplo, cuando una pelota de ping pong tiene el tamaño de una número cinco, yo creo que ya no es una pelota de ping pong. Es una número cinco, o una bola de cristal, o un plafond esférico para alumbrar el jardín. ¿Un clavo de un metro de largo es un clavo o es un florete? Un anillo de un metro de diámetro no es un anillo, es un hula-hula, y una gomita elástica grande no es una gomita, sino una cámara de auto. Bueno, podemos estar todo el día así.

No, no sé qué es el Landrú. Sé que no es un libro, pero las características del objeto, sumado a su tamaño, lo hacen difícil de recategorizar. No hay cosas rectangulares con miles de hojas gigantes que contienen letritas y dibujos. Lo más adecuado que se me ocurrió es que es una especie de puerta. Pero las puertas no tienen, atrás, otras cientos de puertitas (de una consistencia más meliflua) que tenés que seguir abriendo indefinidamente, salvo en las escenas de algunos dibujos animados.

En fin, no sé lo que es, ya quedamos en que no es un libro, y sé que a pesar de todo, quiero ese Landrú. Escucho ofertas, pero tienen que incluir gastos de transporte, logística y probablemente traumatología. Gracias, espero acá.

viernes, 11 de abril de 2014

¡EXPLICAN EL ABC DE LOS CAMBIOS EN EL ABECEDARIO!

La CoMeTra (Comisión para el mejoramiento del Trabajo Ajeno), siempre atenta a las nuevas tendencias y lglarglagarglafssssssss, ha decidido meterse de lleno con los últimos cambios al alfabeto que ha decidido emprender la RAE, sobre todo lo de cambiarle el nombre a las letras (“Ye” en vez de “Y griega” y “Uve” en vez de “Ve corta”). Que me parece bien porque eso de que la “A” se llame “A” es como re obvio. Es como que tenés un perro y le ponés “Perro” (en lugar de “Nyarlathothep, el Caos Reptante”), o que tengas una novia y le pongas “Novia” (en lugar de “Azuquítar Corderita Morronguchita mi Pupushipushitipushishi pushi”).

También me parece muy bueno lo de sacar letras, especialmente lode sacar la “Ll”, que suena, y dejar la “H”, que ni siquiera se escucha. Genial. O sacar la “Ch”, que no tiene letra con el mismo sonido, y dejar intactas la “C”, la “K” y la “Q”, tres letras con el mismo ruido. Uhhh, para el opremio Nobel. ¡Buéh! Pero qués e puede esperar de gente que le dice “Teleñecos” a los Muppets.

En fin, luego de un intenso brainstorming, llegamos a este breve corpus de rebautismos, recortes, agregados y mejoras en general. De nada:

“A”: Pasa a llamarse “La casita”
“B”: “La tetona”
“C”: “La Boquiabierta”
“D”: “La tetona con una sola teta”
“E”: “El rastrillo”
“F”: El rastrillo roto”
“G”: “Rulito”. O “Oaky”. Pará, o “La cola del chancho”.
“H”: “El arco de rugby”. Y aparte ahora tendría sonido, porque si no no va. No va. Es un contrasentido que haya una letra que no suena. No va. El sonido asignado es como una “F” pero más fuerte, medio como escupiendo, tipo: ¡Affffsssbfffffff! ¡Affffrrrrfffssss”. Hay que decirla con cara medio de enojado.
“I”: “El palito”
“J”: “El Mondongo”. Esta se le ocurrió a Ludmila, la novia de Buseca. Yo dije nada que ver, nada que ver, pero se me empacaron entre los dos, el Buseca medio que no la quiso contradecir para no hacer quilombo (están en crisis) y quedó. Igual no está mal, porque l idea era no ser obvio.
“K”: Le cambiamos un poco el sonido, es más como una “T” fuerte, escupida. En general todos los cambios que pusimos fueron para que todo sea más escupido. Para generar contacto con el prójimo. El lenguaje es una maravillosa herramienta para comunicarnos.
“L”: “El Tetris”
“LL”: La pusimos de nuevo. Para mí está mal que la hayan sacado.
“M”: “La cosa medio así”
“N”: La sacamos. Yo opino que es medio parecida a la “M”, para qué andar repitiendo. Los pibes se me quisieron retobar, pero ahí yo les tiré medio sarcásticamente el caso de “El Mondomgo” y se tuvieron que llamar a silemcio. La política es así, es todo um toma y daca.
“O”: La “O”. Esta nos pareció bien dejrala así con el nombre original. No es cuestión de derribar las estructuras porque sí, en un arrebato de caprichosa iconoclastia adolescente. Y aparte probamos con otras cosas pero a esta altura nos costaba concentrarnos y salían todos ejemplos de mal gusto. Prefiero no mencionarlos; por ejemplo, “El Ano”. Ese tipo de ejemplos que prefiero no mencionar. Como “El Ojete” o “El Orto”. Mejor no andar mencionando esas cosas desagradables, como “El Culo”, el “Totó”, “El Colon”, “Sauron”, etc.
“Q”: “El Ano con Hemorroides”
“R”: “El tipito caminando”
“S”: “La Viborita”, qué otra cosa le vamos a poner. “La Viborita”. ¡Claro!
“T”: “El Techito por si Llueve”
“p”: La dejamos como estaba pero la cambiamos de lugar. Y la dejamos en minúscula. Nos agarró como una saña.

Ahí medio que nos trabamos, pero apostamos a que esas letras en general nadie las usa, en las agendas te las amontona, son como medio clase la Tetona, esas letras que por el Arco de rugby o la Tetona se terminan volando.

viernes, 28 de febrero de 2014

¡INVENTAN GÉNERO HUMORÍSTICO!

Ayer escuché una convrsación entre Kevin Johansen y Sebastián Wainraich. No puedo imaginar algo con menos densidad humana que eso. No te digo que todo el mundo tenga que vivir al borde del paroxismo emocional, no es que tenés que ser el estudiante Raskolnikoff, pero no sé, un mínimo de cansancio, de aspereza, de hospital, de haber sido rozado por alguna tragedia. La vida no es un barcito en Cabo Polonio.

Imagino que Kevin Johansen debe ir mucho a Nueva York o a Uruguay, que sale mucho a comer con amigos, que va al teatro, que va por la vida con una mirada perdida y un morral semivacío, con la dieta justa y el I-pod actualizado. Kevin Johansen no tiene mayores problemas, no se enoja, no le duele la cabeza. Nadie ha humillado a Kevin Johansen, nadie le ha arrancado un pedazo de nada a Kevin Johansen, nunca se ha encontrado no digo solo y hambriento, seguramente sí, por qué no, pero seguramente nunca se ha encontrado solo y hambriento y con el agregado de la vergüenza y la culpa y deseos de revancha contra toda la humanidad: ¡Kevin Johansen es un ser abominable!

En fin, todo muy triste y desalentador, pero lo positivo es que inventé un género humorístico: ¡Los chistes de Kevin Johansen!

-Kevin Johansen es tan tan tan liviano que vio una película de Meg Ryan y se quedó re angustiado.
-Kevin Johansen es tan liviano que va al Starbucks y el ambiente lo inspira para escribir un tango.
-Kevin Johansen es tan tan tan liviano que vio un espectáculo de “stand up” en el paseo la Plaza y lo dejó pensando.
-Kevin Johansen es tan liviano que le ponés helio y se hunde.
-Kevin Johansen es tan tan tan tan liviano que vio un afiche del PRO y lo concientizó políticamente.
-Kevin Johansen es tan liviano que va a comer a Palermo Hollywood y se queda pipón, pipón.
-Kevin Johansen es tan tan tan liviano que fue a una exposición de Milo Lockett, salió escandalizado, volvió con un grupo de católicos de derecha y les hizo un quilombo bárbaro.
-Kevin Johansen es tan tan tan tan liviano que tuvo un romanece tórrido y lleno de pasiones volcánicas e incontrolables con Malena Pichot.
-Kevin Johansenes tan liviano que escuchó “Perros de la calle” y dejó un mensaje indignado en la radio.
-Kevin Johansen es tan tan tan liviano que fue a una degustación de vinos y se agarró una terrible tranca, hizo bardo, lo tuvieron que echar entre cuatro.
-Un día Kevin Johansen entra en la fiambrería boutique y dice “¿Me da cincuenta pesos de bocconcinos?”. El fiambrero boutique le da. “¿Cuánto es?” El fiambrero, algo sorprendido, dice “cincuenta pesos”. Al otro día vuelve Kevin Johansen a la fiambrería boutique y dice “¿Me da cincuenta pesos de bocconcinos?”. Le da. “¿Cuánto es?” El fiambrero boutique, nervioso, le dice “Cincuenta pesos”. Al tercer día viene Kevin Johansen a la fiambrería boutique y dice “¿Me da cincuenta pesos de bocconcinos?” El fiambrero, ya medio caliente le entrega los bocconcinos. “¿Cuánto es?” El fiambrero boutique le dice “Escuchame, pedazo de boludo, ¿sos pelotudo o te hacés?” Y al escuchar estas palabras tan feas Kevin Johansen estalla en pedazos.

Y así.

jueves, 23 de enero de 2014

¡MACABRA REFLEXIÓN SOBRE LA POBREZA DE LAS EMOCIONES HUMANAS!

MAL QUE LES PESE A LOS PREGONEROS DE LA COMPLEJIDAD DE LA MENTE HUMANA, a la final emociones debe haber dos o tres. Cuatro con toda la furia. Alegría, ponele, Enojo, ponele. Capaz que Tristeza. El resto son leves variaciones. Ejemplo. “Celos” es variante del Enojo. “Amor” es variante de la alegría. “Ironía Amarga con dejos de Escepticismo” es una variante levemente retorcida de la Tristeza.

Y el ejército de emociones o sub-emociones con las que nos hacemos interesantes frente al psicólogo, en realidad son el mismo tipo con varios disfraces. Lo que llamamos “Indignación” está hecho de la misma materia prima, ruidos bucales y frases hirientes que “Tener hambre y que tarde el delivery”; Eso que llamamos “Furia Homicida”, en realidad no se diferencia mucho de “Tener ganas de mear”.

En el caso que nos ocupa, he descubierto que una emoción conocida por todos nosotros como “Impaciencia” es exactamente lo mismo que “Calor”. A lo largo de estos infernales días fue imposible sencillamente existir sin esa permanente sensación de impaciencia, de inoportunidad, de que tendríamos que estar en otro lado. Pero resulta que no hay otro lado. No es que estoy llegando tarde al dentista o a firmar un contrato de alquiler; no, no estoy llegando tarde a ningún lado, no tengo nada especial que hacer, pero me quiero ir de acá lo antes posible, sea “acá” donde fuere. Es una especie de una urgencia artificial permanente, que sólo desaparece ante la contundencia del aire acondicionado. El “lugar con aire acondicionado”, independientemente de su naturaleza, pasa a ser “el lugar en donde tenía que estar”

Distinto es el caso del frío: el frío no nos enoja. Nos pone melancólicos, tristes. El frío lleva implícita una sensación de derrota. Por eso la gente se entristece con los huerfanitos bajo la nieve, mientras que el niño famélico de África más bien dispara furia o indignación, pero en algún lugar recóndito y bastante pelotudo del cerebro, una señora gorda interior celebra que “por lo menos no tiene frío”.

Calor e Impaciencia, entonces, son exactamente el mismo animal, y sufrir impaciencia en forma permanente debe ser uno de los peores tormentos psicológicos imaginables; por eso es que el Creador, en su Infinita Sabiduría, diseñó un Infierno caluroso: se suma a los tormentos infernales propiamente dichos, el eterno suplicio, sin alivio ni esperanzas de terminación, de “Querer estar en otro lado lo antes posible”.

Y después hay gente que dice que hablar del clima es aburrido.