martes, 22 de septiembre de 2015

Coso 115: Cubo de Hielo Luminoso



Presente en casamiento de lujo o eventos festivos donde la decadencia es Reina, este objeto es el hijo corrupto de la tecnología del LED, que ha dotado de una nueva energía la iluminación de negocios y las luces policiales. No sólo transforma en grotesco árbol de Navidad uno de los recintos más sagrados del Hombre (el vaso), despojándolo completamente de su dignidad, sino que su presencia -gracias a una interpretación perversa del principio de Arquímedes- asegura la ausencia del elemento que ayuda a tragar con más deleite su contenido: el hielo no luminoso, o “hielo de verdad”, hecho de agua congelada. El inventor de este monstruoso artefacto ha querido paliar el problema con un gel enfriante interno, como el que se usa para los chichones, pero convengamos en que hay formas más agradables de andar chupeteando siliconas.

Coso 114: Pseudópodo Mutante de Fritanga



Croquetas, tortillas, milanesas, rabas y hasta huevo frito no convocarían el mismo entusiasmo si no trajeran, a manera de “extra bonus”, esta suerte de apéndice o mutación surgida del contacto explosivo, artístico, jacksonpollockiano de la harina y el huevo con el aceite bien caliente. Tras un breve chisporroteo, la mescolanza adquiere las formas más inverosímiles e inquietantes, nacidas de la mente de un Lovecraft o un naturalista de planetas lejanos, sobresaliendo de la pieza alimentaria en sí como queriendo escaparse de la “caja” del diseño racional. A nivel papilar constituyen un especial delicatessen para el “alma de gordo”, como el borde de la pizza o la piel crocante de pollo. Se intuye que su separación de la pieza afritangada y posterior venta aparte (en frascos o cucuruchos de cartón) sería un gran éxito.