martes, 14 de mayo de 2013

¡CONTESTAN LA PREGUNTA DE LOS CINCO SEGUNDOS DE VIDA!

La clásica pregunta “¿qué harías si te quedara un año de vida?” suele ser el puntapié inicial para que el humano promedio confiese sus fantasías irresueltas: viajes por el mundo, la realización desinteresada de un legado a la humanidad (por ejemplo, una novela sobre robots asesinos que toman pastillas miorrelajantes) o la entrega a aberrantes maratones sexuales con miles y miles de personas de diferentes edades, sexos, texturas y colores (citando a Woody Allen, “aunque ya es difícil conseguir una”).

La misma pregunta, pero compactado el período a un día de vida, suele reducirse únicamente a la temática sexual, aunque hay quien elige -por cansancio o falta de esperanzas- la intoxicación con algún tipo de sustancia (por ejemplo, jamón crudo de pata negra de jabugo).

Más complicada de responder, en cambio, es la pregunta “¿qué harías si te quedan cinco segundos de vida?”. Por ejemplo, si ves un meteorito acercándose hacia vos a una velocidad supersónica. ¿Cómo sacar el máximo provecho, el tuétano, cómo vivir intensamente esos escasos segundos de vida?

Algunas posibilidades:

-Pedirle a alguien que te cuente un chiste que no conozcas, para morir riendo. Tendría que ser un chiste bastante corto, tipo los de “Mamá, mamá”.
El problema: El contador tal vez no quiera pasar sus últimos segundos de existencia contando un chiste que él ya conoce.
La Solución: conseguir un contador con un ego muy delicado, cuya satisfacción pase por el hecho de que le festejen el chiste.

-Conseguir un orgasmo instantáneo
El problema: Sólo apto para practicantes expertos de la masturbación, capaces de alcanzar velocidades récord.
La solución: En lo personal no veo gran dificultad.
El problema 2: Puede ser un poco embarazoso si al final realmente no pasa nada.
La solución 2: Entre la multitud que ve a “Los Tekis”, los pegajosos resultados del orgasmo pueden pasar desapercibidos.

-Escuchar la melodía más hermosa del mundo.
El problema: Habría que saber ejecutarla, o cantarla a la perfección; además requiere una labor de investigación bastante ardua: Hay que encontrar justo justo el pedacito de canción que valga la pena, y ensayarla a lo largo de los años, corriendo el riesgo de que por la repetición misma la melodía nos resulte un bodrio.
La solución: Bajar la exigencia de calidad musical.

-Emborracharse instantáneamente, y recibir el fin de nuestra vida con la bohomía y aceptación que da el alcohol.
El problema: Una borrachera requiere su tiempo.
La solución: Tomarse una pastillita de borrachera instantánea, como la que tragaba por accidente Maxwell Smart.
El Problema 2: Esa cosa no existe. Es una pastillita existente sólo en el reino de la ficción.

-Cargarse al político, empresario, periodista radial o familiar de elección (al grito de “¡Nos veremos en el Infierno!”)
El problema: Hay que andar siempre con un chaleco-bomba o granada (con las posibilidades de detonamiento accidental), y cerca del Némesis en cuestión, por lo que ya desde el vamos hay que vivir aguantándolo al hijo de puta ese. ¡Es peor el remedio que la enfermedad!
La solución: No sé.

-Comer un manjar que pueda ser saboreado y engullido rápidamente. Puede ser un triangulito de Toblerone, o una rodaja de salame tandilero, un fragmento de salmón ahumado.
El problema: Hay que tener la previsión de llevar el producto a mano. O bajo la muela, como hacen los agentes secretos con las pastillas de cianuro. El tema es que sólo puede funcionar con algún producto no perecedero, volviéndose más complicado si el manajr elejido es el salame tandilero, y absolutamente no recomendable en el caso del salmón ahumado.
La solución: Una cita semanal con un dentista de confianza, para renovar periódicamente el producto.

Se escucha brainstorming.

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