viernes, 29 de enero de 2016

Coso 121: Aborto de Pochoclo



Entre los sensuales placeres del económicamente disminuido, el de fabricar el propio pochoclo casero para ser disfrutado viendo algún producto televisivo bajado en forma ilegal es tal vez uno de los más eficientes y al alcance de todos. Con el socorro de un poco de maíz pisingallo, una olla tapada y algo de aceite, podemos levantarle el dedo medio a los cantos de sirena de los cada vez más inaccesibles multicines; pero desde luego, quien nos ocupa no es el pochoclo sano, genéticamente superior, blanco y pletórico, sino aquel que producto de una explosión semiabortada nos acecha escondido en el puñado que nos llevamos a la boca. Y que, ebrio de resentimiento y venganza, no tiene otra misión en la vida que partirnos una muela arteramente.

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