Sería temerario, inútil y hasta físicamente peligroso teorizar acerca de maldita mil veces sea la necesidad de que antaño fuera acostumbrado que los ventiladores caseros estuvieran complementados por una o más “tiritas” de papel crepe o crèpe o crêpe o similar, que bailoteaban por industria del aire arrojado por el artefacto. Por tanto, eso es exactamente lo que haremos a continuación (el lema de esta Enciclopedia es "siempre al Límite, siempre al Límite"). La Teoría 1 podría rezar que estas tiritas obraban de “refuerzo psicológico” del propósito del ventilador: Al hacer más visible la presencia del viento, el sujeto beneficiado se sentía más refrescado de lo real (algo necesario en tiempos veraniegos donde un ventilador no es más que un recirculador de aire caliente y pastoso). Algo así ocurría en una historieta de La Pequeña Lulú, donde los integrantes del Club de Tobi se refrescaban, en plena canícula, admirando un árbol de Navidad (algo que provocaría ele fecto contrario en nuestro hemisferio, claro). La Teoría 2, menos rica pero más desconcertante por lo fútil, podría consistir en la necesidad de mostrarle al usuario en qué dirección sopla el viento arrojado por el ventilador.
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