jueves, 4 de agosto de 2016

¡MACABRA REFLEXIÓN SOBRE EL MITO DE LOS DOPPELGANGERS OPUESTOS!



Y ALLÍ ESTABA YO, EMBELESADO FRENTE A LA FOTO DE JUAN CARLOS MESA TRANSPIRANDO BONHOMÌA que corona la tapa de su autobiografía “Mesamorfosis”, regalo de mi bella esposa para mi último cumpleaños, cuando la cabalgata de alegrías cumpleañeras (reverso de la inevitable amargura que conlleva el paso del tiempo y el roce helado de los dedos de la Muerte) se prolongó aún más gracias al volumen “Mis almuerzos con Orson Welles”, este aportado por mi suegra.

Siéndome imposible decidir por cuál empezar, inicié el poco recomendable proceso de la “lectura paralela”. La experiencia resultó reveladora: Dos genios del arte, ambos gordos y amantes de la buena vida, como gemelos nacidos y crecidos en tiempos y lugares levemente diferentes, contando anécdotas y revelando pequeños secretos de la farándula Hollywoodense y de Villa Carlos Paz respectivamente; sin embargo, allí donde el director de “Citizen Kane” es todo dardos envenenados, sorna, acidez, ponzoña de los reptiles más variados, revelaciones indiscretas, odio, resentimiento, deseos de revancha y anécdotas maledicentes de sospechosa verosimilitud, su contraparte local se limitaba a repartir gentilezas, recuerdos amables, pullas inofensivas y un tranquilo humor provinciano (incluso hacia personajes sobre los que nadie lamentaría que se cubrieran de excrementos).

La conclusión me resultó obligada: El finado Juan Carlos Mesa no fue solamente el genial creador de esa obra maestra llamada “Mesa de Noticias” (de la cual cuenta la leyenda negra que no quedan registros, ya que los tapes originales fueron utilizados para regrabar quién sabe qué cosa, por lo que su recuerdo mejorará hasta límites impensables con el paso de los años): ¡Es el “Orson Welles Bueno”!

Soy consciente de que el efecto es aún mejor si decimos que Orson Welles era el Juan Carlos Mesa Malo, pero el post es sobre Juan carlos mesa, así que eso queda para otra ocasión.

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