viernes, 1 de abril de 2011

¡ES LA LEY DE LA OFERTA Y LA DEMANDA EN ESTADO PURO Y SI NO TE GUSTA ANDATE A RUSIA!

Una de las leyes básicas de la economía capitalista es la de la oferta y la demanda. Así, a mayor demanda de un bien, el precio del mismo aumentará, y el caso contrario si la demanda es menor. Esta ley económica nos tranquiliza de lo que suponemos una perversidad por parte de los comerciantes y agentes económicos. Los pescaderos no aumentan el pescado en Semana Santa. El pescado "se les aumenta" solo, producto de este fenómeno casi mágico. Ellos no pueden hacer nada al respecto.

El reciente proyecto de aplicación de premios y castigos al uso de gas en invierno no es más que una especie de versión "de laboratorio" de la ley de la oferta y la demanda: A mayor demanda del bien que necesitamos, en este caso el gas, sufriremos una especie de "inflación individual", y el caso contrario si tal demanda de nuestra parte es menor. Una situación ligeramente extraña si se lo piensa un poco: Ya no podremos quejarnos con nuestros compañero de cola del banco sobre "cómo ha aumentado el gas", porque tal vez éste se congratule de "cómo ha bajado" (sobre todo si cuenta en su hogar con una gigantesca estufa a leña o es un habitante de Merlo, uno de los centros de microclima más importantes del mundo).

Pareciera algo surrealista tener que prescindir del bien que precisamente estamos necesitando, pero esto puede educarnos un poco en la templanza y la frugalidad. Así, deberíamos aprender a prescindir de:

-Electricidad cuando es de noche.
-Agua cuando tenemos sed (o estamos muy roñosos).
-Teléfono cuando tenemos que llamar a nuestro novia /o.
-Comida cuando tenemos hambre.
-Equipo de música cuando queremos acordarnos cómo era esa parte de la letra de ese tema de Roque Narvaja.
-Internet cuando tenemos que buscar un dato muy específico sobre un capítulo de Los Tres Chiflados para ganarle una apuesta a un amigo que insiste en que el capítulo de las sandías en los pies era con Curly, cuando cualquiera sabe que era con Shemp pero necesitamos pruebas.
-Paseador de perros cama adentro cuando son las doce de la noche y llueve y el diabólico animal está a punto de desatar dentro de la casa una de las doce plagas de Egipto.
-Lentejas cuando no podemos pensar en otra cosa que en preparar un guiso de lentejas y tenemos todo el resto de los ingredientes y mataríamos por un guiso de lentejas (nada extraño si recordamos la historia bíblica de Esaú, hijo de Isaac y nieto de Abraham, que vendió a su hermano Jacob su derecho a primogenitura por un plato de lentejas), y el supermercado parece ofrecer un universo de productos inútiles excepto lentejas, toda una variedad y casi un museo de legumbres: garbanzos, arvejas, porotos alubia, porotos pallares, porotos "de manteca (!)", pero lentejas no, no puede ser, esto es una cámara oculta, justo lo que yo quiero no lo tienen.

¿Acaso la vida no es un devenir de bienes y servicios (amor, conocimiento, justicia, Cynar) cuya obtención se nos hace más onerosa cuanto más los demandamos? ¿Acaso cuanto más perseguimos nuestras quimeras más lejos e inalcanzables parecen estar? ¿Tendría sentido llegar a la Tierra Prometida si para ello no debiéramos cruzar desiertos, obsoletas arenas movedizas e infinitos mares de los sargazos? Bueno, lo del gas es la misma cosa.

Decía al principio que este proyecto del Gobierno es un experimento de laboratorio. Creo que en realidad han querido producir una hermosa metáfora sobre la vida.

Post data: Les recomiendo, para aliviar un poco la frustración consumista, que recorran los negocios de la ciudad viendo LA CANTIDAD DE PORQUERíAS que no les interesa adquirir (por ejemplo, margarina, discos de U2 o ropa color beige). Y hagan las cuentas de lo que se están ahorrando. Es de lo más refrescante.

(30 de abril del 2004)

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