sábado, 9 de abril de 2011

¡INSTALACIÓN CEREBRAL GRATUITA, UNIVERSAL Y OBLIGATORIA DE PANTALLITAS TIPO “TERMINATOR”!

Hace unas semanas este blog consiguió su primer triunfo socio–político al lograr la creación de la inyección no inyectable, pero en realidad esta cruzada es mucho más ambiciosa: Se trata de la eliminación o extirpación del dolor en todas sus formas. Existe la creencia generalizada y errónea de que todas las funciones y órganos del cuerpo humano están allí porque tienen alguna función. Por supuesto, es una de las tantas creencias que no resisten el menor análisis pero que solemos aceptar por no detenernos a pensarlo un poco. Por suerte (o por desgracia) allí están el apéndice, el dedo meÑique del pie y el vello de las axilas para desmentirlo.

Se trata de rastros evolutivos, basuritas, pelitos de la goma de borrar, pequeñas rebarbas físicas que por no molestar demasiado se fueron quedando, quedando, hasta que ya nos acostumbramos a su presencia y nos da no sé qué echar, como esa ridícula calcomanía de Sarah Kay que estaba en nuestra ventana cuando nos mudamos pero a la que le llegamos a tomar cariño aunque esté descolorida y junte pelusa en sus bordes semidespegados. De otro modo, no se explica cómo la gente (de la que se puede decir cualquier cosa –literalmente, cualquier cosa– menos que le falta audacia) que corre voluntariamente a los quirófanos para rellenarse los labios de colágeno o rodear su estómago con cinturones no aprovecha "la movida" para extirparse el apéndice, ahorrándose posteriores disgustos (o amputarse el dedo meñique del pie, para descender un par de números de calzado).

Así, el dolor ha sido explicado como una especie de señal con que cuenta nuestro organismo para avisarnos que algo en él no funciona bien. Esto es tan cierto como decir que una fractura de cráneo es la forma que tiene nuestro cuerpo de avisarnos que nos ha pisado un camión. Sin contar con otro sólido argumento (un argumento tan inteligente que no lo inventé yo; lo leí en alguna parte): la magnitud del dolor tiene muy poco que ver con la gravedad de la enfermedad; Así, un dolor de muelas puede hacernos desear la eutanasia, mientras que enfermedades más siniestras y mortales pueden desarrollarse traicioneramente sin que nos enteremos de nada. Sin contar con el innecesario dolor de parto, que hasta donde yo sé no es una enfermedad.

Ahí tienen, empaquetada en una bolsa de supermercado y con un pasaje de ida al rellenado radiactivo del terreno de un futuro complejo de viviendas sociales a su supuesta función práctica del dolor. Si alguien la quiere para algo, por mí se la puede llevar con confianza.

No, amigos. Una señal es otra cosa. Puede presentarse bajo la forma del consejo de un amigo, que nos avisa que ese corte de pelo no habla muy bien de nuestra orientación sexual, o un cartel en la autopista que nos transmite que debemos doblar ahora si queremos llegar a San Miguel de Monte (aunque a veces aparezca varios metros después del desvío), puede ser malintencionado o amoroso, torpe o sabio, confuso o en gigantescas y fosforescentes letras de imprenta, pero difícilmente irá acompañado por la sensación de que se nos clava un destornillador en la base del cráneo o de que una rata nos devora las entrañas.

¡Tenemos la tecnología! ¡Tenemos los medios! ¡Tenemos la MOTIVACIÓN! Entonces, ¿cuándo se empezarà implementar la extirpación quirúrgica y total de nuestros receptores del dolor apenas salimos del vientre materno? ¡Y si de señales se trata, nada más lógico que instalar en nuestro cerebro una PANTALLITA VIRTUAL como la de Terminator, que nos avise "Caries en progreso en el segundo premolar" o "Ulceraciones varias en base del estómago - suprimir fritanga por siete meses"! ¡Eliminemos así la adicción a los analgésicos, los apremios ilegales y los gastos innecesarios de acupuntura y láser! ¡Los masoquistas pueden instalarse una perillita que les permita activar el dolor cuando quieran pasar un buen rato, y los sádicos siempre podrán conformarse con la tortura psicológica, que además requiere menos esfuerzo físico!

¡Y esto es sólo el comienzo! ¡Una segunda generación de pantallitas cerebrales podrá asesorarnos en otras áreas, como si tal posible pareja no estará totalmente loco/a ("Peligro - Peligro - Ataque de furia de interlocutor debido a mala elección de película no entra en parámetros normales"), si nuestras salidas superan a nuestras entradas (es asombrosa lo efectivamente engañosa que es a veces la "contabilidad creativa" doméstica) o si tal candidato es realmente "progresista" o es un PSICóPATA ENCANTADOR!

Pero nada, yo hablo y pasa un tren.

(2 de junio de 2004)

No hay comentarios:

Publicar un comentario