martes, 22 de marzo de 2011

¿ES QUE SOY EL úNICO QUE SE DA CUENTA DE QUE LA MEDIA DE .FAMOSOS. HA SOBREPASADO EL LíMITE TOLERABLE?

Cuando era chico el avisamiento de un famoso era todo un acontecimiento. Recuerdo particularmente tres: Marcos Zucker (hablando con un tipo en la calle), Juan Carlos Calabró (ídem), y un individuo rubio que, según un amigo no demasiado confiable, era el Caballero Rojo de civil (Pasaron años antes de que se instalara la leyenda urbana de que era el Beto Imbelloni). Hay un cuarto caso, el de Chico Novarro, pero no vale demasiado porque era el padre de una nena que iba a mi escuela, lo que lo volvía previsible, y en ese momento yo no tenía idea de quién era. Era un famoso de oído (Mi hermano: Ese es Chico Novarro. Yo: -Sin entusiasmo, con un poco creíble gesto de admiración- Aaah…).

Pasaron los años y otras celebridades fueron incorporándose a mi catálogo: Charly García, Diana Maggi, Santiago Bal, Fito Páez (cuando fui a ver .Thelma y Louise.!), Carlitos Balá (en una fonda en Bariloche), Víctor Laplace, Luca Prodan (en una fiesta) y otros.

Estos avistajes tenían el encanto de lo extraÑo, de lo inusual. Como el oro, su valor era inversamente proporcional a su abundancia. Porque en esa época no era sencillo lograr la fama. Sólo había cuatro canales de TV y había que realizar grandes hazaÑas para alcanzar el reconocimiento del pueblo.

Pero luego todo cambió. No sé si a ustedes les pasa, pero de un día para el otro empecé a ver famosos por todos lados. No sólo eso, mis allegados también me contaban avistajes cada vez más frecuentes: "Fui al C.O.D.O y estaba Jean Pierre Noher", "Leonardo Sbaraglia está casado con una amiga de mi cñada", "Acá a la vuelta vive la que conduce Mascotas y Plantas".

Y fue el Caos.

Porque gracias al cable, Internet, los programas de chismes y panelistas, la multiplicación de tiras Adriansuarinas con elencos de doscientas personas, el aumento geométrico de gente que trabaja en la industria de los medios, la conversión de Palermo en Palermo Hollywood (es decir, un barrio donde viven seres humanos invadido de golpe por el mundo del espectáculo), convengamos en que cualquier pavote tiene no ya sus quince segundos sino sus buenos 365 días de fama. No se puede caminar dos cuadras sin toparse con el protagonista de la tapa de Gente de la semana pasada.

¡Basta! ¡Si todos son famosos, es como si ninguno lo fuera, cielo santo! ¿Dónde está la emoción de ver a Juan Cruz Bordeu si ayer me crucé a Juan José Camero y hoy por la mañana a Ludovica Squirru acompañada por Ernesto Sábato y Jacobo Winograd? ¡Pongamos restricciones! ¡Revaloricemos el concepto de Star System! ¡Elevemos el nivel de cholulismo promedio para que sólo 10 ó 15 elegidos entren en la categoría de "farándula"!

Y cuando nos crucemos en un tilingo bar de Las CaÑitas con ese joven actor protagónico de una producción independiente con varios segundos premios en el Gran Festival Semanal de Zaragoza, finjamos no reconocerlo, entrecerremos los ojos y limitémonos a preguntarle "¿El Baño?".

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